Las redes están llenas de terribles imágenes que nos bombardean con escenas de barbarie que nos convierten en seres insensibles incapaces de reaccionar al horror. Acabo de asistir impávido a una de esas escenas que, de repente, ha entrado en mi vida por whatsapp y por un momento me he visto rodeado de gentes como yo que sujetaban en una mano teléfonos móviles idénticos al mÃo mientras en la otra blandÃan un fusil.
Todos éramos testigos del terror que experimentaba una indefensa mujer sola en mitad de una calle rodeada de hombres de largas barbas que, tras encontrarla culpable de algún terrible crimen, se disponÃan a ejecutar su sentencia.
Lo dramático de la situación es que todo se produce en medio de la impunidad de la vida cotidiana, en una ciudad cuyos habitantes apenas se detienen y miran de reojo el espectáculo. Se repite una historia mil veces descrita y en la que si cambiáramos los uniformes nos podrÃa trasladar a la Alemania nazi o a cualquier régimen totalitario de los muchos que la humanidad ha conocido.
Pero lo terrible de esta escena es que nosotros somos partÃcipes de ella, con la revolución de las comunicaciones la muerte de esa mujer entra en nuestras vidas directamente y si la ignorancia ha sido un argumento utilizado para justificar la actitud de pueblos como el alemán en los años más oscuros de su historia, nosotros no podemos utilizarlo hoy en dÃa.
Cabe preguntarse hasta qué punto es un arma más poderosa un smartphone utilizado de forma tan cruel que la pistola que ejecuta el crimen, hasta qué punto somos responsables del nivel de barbarie que las gentes del estado islámico están alcanzando. No podéis ver el vÃdeo porque por respeto a esa mujer, que podrÃa ser nuestra madre, hija o hermana, YouTube, con buen criterio, ha limitado su emisión.
Pero no dejéis de sentiros culpables porque lo somos y quién sabe qué porcentaje de esa ejecución se produce por el mero hecho de infundirnos terror y provocarnos, porque ellos saben que nosotros desde nuestras cómodas vidas vamos a ser incapaces de dejar de verlo.
Dejemos de ser ese ciudadano que mira la escena de reojo y exijamos a nuestros gobiernos que se impliquen y aunque sea difÃcil tomar una decisión utilicen todos los recursos y dejen a un lado las polÃticas internacionales serviles e hipócritas que mantienen con los ricos paÃses árabes para obligarles a acabar con esto.
Fuente imágenes: anónima y viral
Totalmente cierto: estamos cayendo en la trampa. Tristemente. Tal como dices, por respeto a esa mujer (o por respeto a cualquier otra persona que sea ejecutada), debemos dejar de ver esas imágenes. O, por lo menos, con la ligereza con las que las vemos. Nos estamos volviendo insensibles a ese dolor ajeno; estamos perdiendo humanidad. Y eso no lo podemos consentir. Un fuerte abrazo y gracias por publicar esta reflexión tan necesaria.
Gracias por el comentario Juan Pedro, sinceramente en este caso terrible, uno mas de los que por desgracia nos estamos acostumbrando a ver, lo que mas me impacto fue la normalidad de esos móviles grabando una escena de la «vida cotidiana», usados por muchachos que graban escenas cotidianas exactamente igual que aquÃ.
Tu como profesor de audiovisual no has pensado al ver esos vÃdeos tan elaborados de ejecuciones, no es este el caso, en qué facultades europeas habrán estudiado esos monstruos que los realizan, quien iba a pensar que una tecnologÃa tan maravillosa del siglo XXI se iba a utilizar como arma al servicio de planteamientos de barbarie medievales.
Un saludo.
Luis.